miércoles, 3 de junio de 2009

La Danza


La danza vino a mi de la misma manera que una bailarina se mueve en el espacio y en el tiempo. Vino a mi bailando, recorriendo el corto camino que dividía mi casa del garage donde iba a nutrirme de ese sentimiento que ahora tanto anhelo.

Una anécdota imposible de olvidar: había llegado a la ciudad una profesora de danza, Veronica. Vivía a la vuelta de mi casa y, para los quehaceres de la mudanza, necesitaba alguna clase de artículos que no tenia, entonces, fue a comprarlos a la despensa de mi madre. Ahi estaba yo y mis dos hermanas, probablemente robando Palitos de la Selva de la tentadora caramelera. Yo tenia 6 o 7 años. Asi fue como con mis hermanas nos enteramos de las clases. A mi, particularmente, me llamo mucho la atención y empecé a ir.

Las paredes y las cortinas blancas, las barras negras, el suelo repleto de figuras geométricas... recuerdo ese lugar y quiero volver.

Mi timidez era notable, hablaba muy poco, solía evitar con esmero los besos pegajosos de tios y abuelas, muchas cosas me daban verguenza y, casi siempre, me sentaba con las manos entre las rodillas en una posicion medio acurrucada. Mi confianza existía solo para con el grupo familiar mas íntimo y, quizas tambien, con una amiga que tenía.

Desde aquel día en que conocí las posiciones de los brazos, de las piernas y la cabeza, el piso-passé, el plié, el relevé, el arabesque y montones de cosas mas, aprendí a decir a traves de un simple movimiento, aprendí a escribir con el cuerpo: el escenario la hoja, el cuerpo el lapiz , el sentimiento el grafito, dibujando en lineas lo que a veces las palabras no pueden decir. La bronca, la alegria, la tristeza, la desilusión, el amor... cada palabra tiene su coreografia. Y la mirada se va tiñendo de diferentes colores a medida que los movimientos nacen, llegan al climax y mueren, o siguen vivos, eternos.

Conocí a Vivaldi, Strauss, a Beethoven y tambien Pink Floyd, Genesis, Vangelis y muchos más. Acá es cuando mi primer disfrute se mezcla con mi otro gran disfrute y se hacen uno. Un uno poderoso, fiel a mi por siempre.

Cuanto aprendí, que bien se sentia el Grand Jeté; como recuerdo la soguita que nos tira hacia arriba desde el centro de la cabeza; cola adentro; panza adentro; los mareos aprendiendo el deboule; etc. No solo aprendí en términos de danza, sino tambien, de vida. Conocí nuevas maneras de ver e interpretar la vida, cambie mi forma de reaccionar ante ciertas situaciones. Supe que, como un simple movimiento puede afectar el todo en la danza, un simple detalle puede afectar la percepción y significación en la vida; entonces empece a dar cuenta de esos detalles y hasta hoy, cuánto me sorprenden y me hacen ver otras facetas de la gente, las cosas, el mundo.

Tengo que darle gracias a Vero por todo eso y mas; por ser mi maestra desde siempre.

Voy a volver a bailar, asi que solo me queda encontrar el momento justo para hacerlo y espero que sea pronto.

Ah!...la Danza